viernes, 17 de mayo de 2013

Tema 19. Último tema. Despedida.

La novela como género literario. 

La narrativa
La narrativa o épica, entendida como la atención que el escritor presta a lo que ocurre fuera de él para intentar transmitirlo de la manera más objetiva posible, con más o menos imparcialidad, es uno de los géneros literarios, junto a la lírica, la dramática y el ensayo, que conforman cada uno de los distintos grupos en que pueden ser clasificadas las obras literarias atendiendo a determinadas características comunes.
La épica o narrativa suele presentarse en prosa (salvo casos como los romances o los cantares de gesta, escritos en verso), sobre todo en los últimos tiempos.  

Subgéneros narrativos en prosa. Los más importantes son:
 
1. El cuento: suele ser un relato breve, con pocos personajes, una única trama y una complejidad menor que en la novela. No podemos establecer los límites exactos del cuento. Cuando hablamos de brevedad, nos referimos a que su extensión es menor que la de una novela. Por ello, contamos con un subgénero híbrido entre el cuento y la novela: la novela corta, con una extensión intermedia entre lo breve y lo muy extenso. Tradicionalmente los cuentos se han transmitido de manera oral de generación en generación. Estos cuentos populares solían contar con un final didáctico o moralizante (por ejemplo, El conde Lucanor, de don Juan Manuel, siglo XIV). A partir, fundamentalmente, del siglo XIX, algunos autores comienzan a escribir relatos breves con finalidad artística, aunque sin pretensiones moralizantes. La mayoría de estos cuentos literarios (sin tradición popular) están dirigidos a un público adulto y cuentan con una gran concentración de la acción y los personajes (por ejemplo, los cuentos de Edgar Allan Poe o las Leyendas de Gustavo Adolfo Bécquer). 

2. La novela: suele tener una extensión y complejidad mayores que el cuento. Se caracteriza por la libertad: este subgénero no tiene límites y puede contener desde diálogos con clara intención dramática o teatral hasta fragmentos líricos o descriptivos. Los subgéneros novelescos son numerosísimos: novela histórica, de aventuras, rosa, policíaca, de acción, negra, psicológica, de caballerías, de amor, de tesis, social... La única condición es que esté escrita en prosa y que en ella intervengan unos personajes sobre los que se nos diga algo. Actualmente, la novela es el principal de los subgéneros literarios. La mayoría de los lectores sólo leen novelas, lo cual se ve favorecido por un potente mercado editorial que en los últimos tiempos se ha volcado con esta modalidad literaria.
El término “Novela” viene del italiano „novella‟ (noticia o historia), que a su vez procede del latín novellus (diminutivo de novus: „nuevo‟).

Elementos que constituyen una novela: 
 
La acción
Por acción entendemos la historia que se va desarrollando ante nuestros ojos a medida que leemos la novela. En una narración se suelen suceder varias acciones a la vez, las primarias y las secundarias, que, entretejidas entre sí, forman el cuerpo de la novela o argumento. Es importante que las acciones sucesivas sean verosímiles o creíbles, es decir, deben desarrollarse dentro de la lógica interna de la novela. Asimismo, el autor debe cuidarse de no caer en contradicciones argumentales para que la acción avance sin problemas. El orden de la acción, desde un punto de vista clásico, suele responder a la siguiente estructura interna: 
 Planteamiento: es la presentación de los personajes y el establecimiento de la acción que se va a desarrollar. Además, se expone el marco temporal y espacial en que se situará la historia.   Nudo o desarrollo: la situación expuesta en el planteamiento comienza a evolucionar, es decir, se desarrolla el conflicto en el que se verán inmersos los personajes. En la novela suele haber un conflicto principal y otros secundarios que dependen, en mayor o menor medida, de aquél.   Desenlace: es la resolución del conflicto y el final de los sucesos que se han planteado. Puede ser positivo y alegre, neutro, o negativo y desgraciado.
De todos modos, y sobre todo desde la renovación de la novela a partir de mediados del siglo XX, es habitual que esta estructura se vea truncada: 
 In medias res o principio abrupto: consiste en iniciar la acción cuanto esta se encuentra en pleno desarrollo, sin haber presentado previamente a los personajes.   Estructura inversa: el autor adelanta el desenlace de la novela en las primeras páginas de la misma, y posteriormente se dedica a contar cómo los acontecimientos evolucionan hasta llegar a ese final.   Final abierto: la historia no termina de resolverse, ni positiva ni negativamente, de manera que el lector percibe la sensación de que la acción se extiende más allá de los límites de la novela.
 
El tiempo
El desarrollo argumental de una narración suele evolucionar a través del tiempo. Este tiempo de la novela no tiene por qué presentarse de manera lineal u ordenada, sino que puede ser alterado libremente por el autor con finalidad estilística, argumental o estructural. Esta técnica consistente en alterar el orden lógico de la narración se denomina temporalización anacrónica, y cuenta con dos recursos:
 
 Analepsis o retrospección (flash-back): es un salto hacia atrás en el tiempo de la historia.   Prolepsis o anticipación (flash-forward): el autor adelanta acciones que aún no se han producido en el relato primario de la novela, es decir, se trata de un salto hacia delante.
En relación con el tiempo en la novela no podemos olvidar el concepto duración. Un acontecimiento puede durar lo mismo en una narración que en la vida real, pero también puede ser resumido de manera que, por ejemplo, varios años transcurran en pocas páginas, o dilatado en el tiempo, y así un hecho mínimo puede ser descrito y analizado con detenimiento abarcando un gran número de páginas. 
 
El espacio
La situación física en que se encuentran los personajes es uno de los recursos principales que los autores utilizan para contextualizar las historias narrativas. Una novela se puede desarrollar en un lugar o en varios, en espacios interiores o exteriores, rurales o urbanos, con los siguientes fines: 
 dar credibilidad a la historia;   contextualizar a los personajes;   producir efectos ambientales y simbólicos.
Los novelistas se suelen valer de la técnica de la descripción para presentar los espacios. Durante el movimiento literario realista del siglo XIX la descripción y el análisis de los espacios alcanzaron prácticamente la misma importancia que la historia narrada. En la literatura actual se muestra el espacio a través de los ojos de los personajes o del narrador. 
 
Los personajes
Los personajes son las personas, reales o ficticias, que desarrollan la acción narrada por el novelista. Los personajes principales o centrales son denominados protagonistas, mientras que los demás son secundarios. Es fundamental que el narrador ofrezca al lector una caracterización de los personajes, que puede ser: 
 Física: se describe el aspecto y el modo de vestir.   Psicológica: cómo piensan, qué opinan ante la realidad circundante, cómo se comportan.   Mixta: es una mezcla de las dos anteriores. Esta técnica se denomina retrato.
En una novela hay varios tipos de personajes: 
 Agente de la acción: lleva el peso del desarrollo argumental y es el centro de atención de la historia narrada.   Elemento decorativo: no aporta nada fundamental a la acción, sino que su función se limita a dar credibilidad a las acciones que le suceden al protagonista. Suelen formar parte
de las escenas de grupo.   Portavoz de la ideología del autor: a través de un personaje, que puede ser protagonista o secundario, el narrador se introduce intelectualmente en la acción y aporta su punto de vista personal al desarrollo argumental.

Los personajes de una novela se pueden presentar ante el lector de distintos modos:  Por sí mismos. Este recurso suele aparecer en las novelas autobiográficas. A través de otro personaje. A través del narrador. De forma mixta, combinando las tres formas anteriores. 
 
El narrador
Por narrador se entiende la voz que cuenta lo que sucede en la novela. El autor puede narrar los hechos directamente, o bien elegir a un personaje que, con más o menos protagonismo, vaya contando desde dentro la historia. Además, en una misma narración puede haber distintos tipos de narradores, es decir, voces diversas que aportan puntos de vista distintos. Veamos más detenidamente cada uno de los tipos de narrador que hemos mencionado: 

 Narrador omnisciente: suele corresponderse con la voz del autor, que nos cuenta todo lo que los personajes hacen, dicen o piensan. El narrador omnisciente no justifica por qué conoce todos los datos que aporta, y el lector acepta esa voz que todo lo sabe como la voz del autor.   Narrador personaje: en ocasiones, la historia es narrada por uno de sus personajes, aunque hemos de diferenciar entre el narrador-protagonista y el narrador-secundario. En el primer caso, la narración suele ser autobiográfica, ya que el narrador-protagonista se sitúa como centro de la acción y relata los hechos desde su propio punto de vista. En el segundo caso, el narrador-secundario es espectador de la acción, y la presenta según su mayor o menor proximidad a los protagonistas. Estos narradores-personajes no suelen ser omniscientes, sino que sólo cuentan aquello que conocen por experiencia propia o por conocimiento ajeno.

A partir de la renovación de la novela a mediados del siglo XX, cada vez son más frecuentes las novelas en las que intervienen distintas visiones de los personajes que están involucrados en la acción, en lo que puede denominarse narración colectiva. Un mismo hecho es narrado por varios personajes distintos, con lo que el lector obtiene una visión completa y diversa de la historia, enriquecida por puntos de vista diferentes.

En ocasiones, el autor de una novela no dirige su historia directamente al lector, sino a un personaje de ficción. Este personaje recibe el nombre de narratario. 

 Características de la novela: 
a. Crea su propio mundo narrativo: 
Eso quiere decir que presenta una realidad imaginaria, que no coincide necesariamente con lo real. Este mundo es creado por el novelista y debe ser verosímil, es decir, dar apariencia de verdadero, y solamente es real en la medida en que todos y cada uno de los elementos que la componen concuerdan perfectamente entre sí. 

b. Toda novela es ficción: 
Porque es producto de la creación individual de un novelista que alimenta su fantasía de la realidad que lo rodea, pero no presenta las cosas tal como son, sino como él quiere que sean.

c. La novela se opone a la historia: 
Ya que la historia exige que los hechos que se registran sean reales y hayan sido comprobados. Mientras que la novela sabemos que todo es recreado.

 d. La novela tiene fuerte carga connotativa: 
Es decir que vamos a interpretar las palabras, y las situaciones no con su significado real, sino con un significado figurado (incluso significados ocultos entre líneas que el lector debe descubrir). 

e. Maneja varias historias simultáneas: 
Tal como sucede en la vida real, las anécdotas que forman una novela no se dan de manera aislada sino integrada en un todo que es el mundo de la novela. Un personaje puede establecer historias entre otros que a su vez nos cuentan sus propias historias. 

f. La novela tiene muchos personajes: 
Mientras que el cuento presenta únicamente un protagonista y un antagonista, en la novela podemos encontrar varios de cada uno o incluso varios protagonistas y un solo antagonista. 

g. La novela caracteriza física y psicológicamente a sus protagonistas y antagonistas: 
Esto quiere decir que los personajes deben ser descritos, ya sea físicamente o psicológicamente, y en algunos casos de las dos formas para dar mayor realce a las ideas que quiere dar el autor. h. La novela combina la narración con la descripción y el diálogo. 

Evolución histórica del género novelístico: 
Las primeras muestras conocidas de novela se producen en Grecia y Roma entre los siglos II a de C y III  de C. Se han clasificado en cuatro tipos básicos: novelas de viaje fabuloso, novelas amorosas, novelas satíricas y novelas bizantinas o de reencuentro. El esquema en estas novelas griegas es similar en muchas de ellas: encuentro de una pareja de jóvenes (enamoramiento, boda, fuga), separación (en un viaje arriesgado a causa de naufragios y piratas), reencuentro de los enamorados (que han sido fieles a pesar de las dificultades) y final feliz. En estas novelas están ya diseñados los componentes básicos del genero (espacio, tiempo, personajes, ambientes, diálogos, etc.), y en sus autores hay conciencia clara del cometido del mismo. 

La narrativa medieval ofrece junto a relatos de novela corta, nuevos modelos de narración extensa, como la novela caballeresca y la sentimental. En el Siglo de Oro, aparte de la novela caballeresca y sentimental que siguen captando el interés de los lectores surge la novela pastoril, la novela picaresca y la novela morisca, restringida a España (Historia del Abencerraje y de la hermosa Jarifa). También surgen los anatemas de Melchor Cano, Luis de Granada y Arias Montano contra la perniciosa influencia de las novelas caballerescas en jóvenes y mujeres. Partiendo de esta realidad, Cervantes con su parodia de los libros caballerescos va a crear la novela moderna, superando las deficiencias del modelo parodiado, con una estructura episódica, según un propósito fijo premeditadamente unitario y de acuerdo con el principio de la "consonancia" y "verosimilitud". 

En el siglo XVIII nace en Francia la novela de análisis psicológico y de critica de valores religiosos y morales de tipo tradicional (Cándido de Voltaire), en concordancia con lo que sucede en la gran novela inglesa de la época (Viajes de Gulliver de J. Swift), mientras en España apenas hay muestras del género y son de escaso valor. A finales de siglo aparecen unas novelas cargadas de un sentimentalismo melancólico que preanuncian la sensibilidad de romántica: Goethe (Werther). 
 
En el siglo XIX aparece una rica producción de novelas a partir del romanticismo: novela histórica, psicológica, poética, social. Pero es con el realismo y naturalismo cuando se logra una perfección técnica, desconocida desde Cervantes y una creación de personajes y mundos de ficción de una gran complejidad en autores como: Flaubert, Balzac, Stendhal, Zola, Pérez Galdós, Clarín, Dickens, Tolstoi, Dostoievski, etc.  
 
En el siglo XX se desarrolla una profunda transformación en las técnicas narrativas relacionadas con el tratamiento de la secuencia temporal, la ruptura del orden interno de la fábula, los análisis de los distintos estados y estratos de la conciencia y del inconsciente, el entrecruzamiento de diversos niveles de lenguaje, el uso de técnicas procedentes del cine (yuxtaposiciones, acumulación, narración en paralelo, flash-back, etc.), de la estructura musical, etc. Los grandes propulsores de esta transformación han sido: J. Joyce, W. Faulkner, M. Proust, F. Kafka, V. Woolf, J. Cortázar. 

La novela moderna asalta al lector como un conjunto de crisis de todo orden. La jovialidad y lo agradable aparecen como algo anticuado. Todas son novelas con problema. En muchas de ellas los hombres son representados como monstruos asquerosos, vulgares, esclavos atormentados y víctimas indefensas, negociantes arribistas, mentirosos y libertinos. La búsqueda del sentido de la vida es un problema para el personaje. El hombre, víctima de la administración del mundo de los negocios, amenazado por el átomo y las crisis económicas, las guerras, arrojado en la maquinaria de un mundo casi totalmente trastocado y tecnificado, se vuelve cada vez en su interior más sin patria. Ese hombre común de hoy ya no puede ser un hombre armónico o un héroe ideal. Ni siquiera tiene fuerzas para una gran pasión. La actitud del hombre moderno respecto a la fe, a la ciencia, al sentimiento y a los valores es cada vez más escéptica. En la novela tradicional había "héroes": se llamaron: Crusoe, Werther, Karamazov, Ana Karenina, etc.

Los protagonistas de hoy son seres del montón, a menudo difíciles de comprender, incapaces de todo lo elevado, aprisionados por las circunstancias y en desacuerdo consigo mismos. 

El personaje de la novela moderna es angustiado; es una criatura atormentada. Todo esto obedece a que el mundo contemporáneo ha sufrido profundas transformaciones y dolorosas experiencias: el maquinismo, la sociedad en masas, el extraordinario desarrollo de la técnica, las guerras mundiales como la manifestación de crueldad colectiva, la bomba atómica como riesgo de autodestrucción universal, el terrible poder de la propaganda y los medios estatales para influir sobre una comunidad, los viajes a otros planetas, etc. Por todo esto, la novela de hoy no puede ser como la novela del siglo XIX. 

En la novela actual se busca una sinceridad absoluta, se parte del hecho de que cada ser tiene en su vida su verdad individual. Una realidad oscura, contradictoria, que constituye el tema de la novela, exige ser expresada también en una forma oscura, desconcertante. De ahí la dificultad que muchas novelas de hoy presentan para el lector medio. Este no recibe ya un mensaje claramente expresado por medio de la introducción, el nudo y el desenlace, sino que es impelido a penetrar en un laberinto sugestivo. La presentación de los personajes y del escenario es incompleta. Los personajes actúan muchas veces de manera inconexa o contradictoria, tal como en la vida real. 

En cuanto a la técnica y en relación con los personajes, ellos se definen por sus palabras y por sus obras mucho más que por la caracterización previa que antes se hacía. 

El tiempo y el espacio son imprecisos y a veces se supone (como en Kafka, por ejemplo), la apertura a mundos de ensueño o simbólicos. Tal vez la experiencia más importante en la novela de hoy es la que se suele llamar del "tiempo circular": el orden en la lectura es indiferente, se puede leer la novela por cualquier página. Esta experiencia la han puesto en práctica Joyce y algunos autores franceses del "nouveau roman", ("nueva novela", un movimiento literario que tuvo su apogeo a fines de 1950 en Francia). En Hispanoamérica, una novela muy característica de esta técnica es La Muerte de Artemio Cruz del mexicano Carlos Fuentes, en la que hay gran desorden temporal.


Con esto ya hemos terminado todo el curso de Lengua y Literatura de 2º de bachillerato. A la cercanía de la fecha de las notas, queremos desear suerte a todos los compañeros que, como nosotros, han estado detrás de la pantalla ayudándonos a entender un poco mejor cada asignatura. Ante todo dar las gracias por visitar nuestro blog, un saludo, y como ya he dicho antes, suerte a todos! :)

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