miércoles, 17 de abril de 2013

10-17 abril


La profesora nos ha mandado un texto escrito por Elvira Lindo para  que los alumnos lo puedan comentar averiguando el tema, haciendo la estructura y elaborando un pequeño resumen ,además de hacer un pequeño comentario crítico:

Debería haber un diccionario del español tópico que hiciera recuento de todas esas frases de las que uno puede echar mano cuando no tiene nada que decir. Los cómicos del absurdo, Mihura, Tono o Poncela, hicieron algo extraordinario con esas expresiones: las incluyeron en los diálogos de sus
obras y sus guiones para que los actores las pronunciaran en los momentos trágicos. Volvamos a nuestra frase lapidaria, “se van los mejores”. Lo que yo venía a celebrar este domingo es que dicha sentencia, gracias al cambalache de la crisis, está viviendo una segunda oportunidad: ha vuelto a ponerse en circulación. Cierto es que hemos pagado un precio muy alto para provocar su
regreso al habla común y que hubiera sido preferible, claro está, que no hubiera habido crisis y que la frasecilla se hubiera perdido en el sumidero de la lengua. Pero así son las cosas. Lo curioso es que hay algo en esa frase que invoca a la falsedad. Si en el pasado se pronunciaba en los entierros y cuando el muerto había sido un vivo de segunda fila, en el presente la usan los tertulianos y los
aficionados a la sociología pedestre para describir a los jóvenes que han tenido que marcharse al extranjero a buscarse la vida. Se van los mejores, dicen. Pues no, mire. No se van exactamente los mejores, se van los que pueden irse, los que eligieron profesiones exportables. Se van, si pueden, los científicos, porque en España se ha sacrificado la investigación en aras de cuadrar el dichoso déficit y es una pérdida que según los tiempos de la ciencia tardará en recuperarse unos veinte años; pero no todos los científicos pueden marcharse. No todos encuentran un laboratorio al que le interese la singularidad de su investigación. Los científicos cuentan con una ventaja: el lenguaje universal de la ciencia es el
inglés, un inglés específico que no precisa la excelencia. Un laboratorio es un lugar en el que un indio, un argentino, un español, un alemán y un americano se unen para trabajar comunicándose en un inglés que aunque sea precario resulta eficaz. Pero hay otras profesiones que aun requiriendo mucho talento no son exportables. Me acuerdo de algo que le escuché a Francisco Rico en una cena
memorable con Fernán Gómez, Agustín González y Lázaro Carreter, entre otros: hay escritores que no son exportables y citaba como ejemplo a Valle Inclán. Esa afirmación me llenó de congoja por su exactitud. En todos los escritores la lengua es fundamental, pero hay algunos que basan su genialidad en una manera única de decir las cosas, que hacen de la música del lenguaje su razón literaria. No son traducibles. Les pasa a los cómicos, a los humoristas, a muchos poetas, a novelistas, a tenderos, a todos esos expertos en oficios que beben del ambiente en el que nacieron y dan lo mejor de sí cuando pueden desarrollar su talento en un ambiente conocido, que dominan. No cabe duda de que las grandes migraciones han cambiado el mundo, lo han ampliado, han enriquecido la cultura, pero siempre a costa de una o dos generaciones. Son los hijos o los nietos los que disfrutarán de un país en el que sus padres o sus abuelos jamás se van a sentir enteramente en casa. En principio, es bueno que en nuestra cultura tan conversadora entre al fin el verbo emigrar como una actividad posible. Pero no a costa de que los que se van no puedan volver a casa a desarrollar lo que aprendieron fuera. No se están yendo los mejores. Se van los que pueden. Y, por
lo que hablo con muchos de ellos, se mezcla en su corazón la alegría de tener trabajo y la incertidumbre por el país que dejan. Tampoco comprendo cómo se suelta con tanta ligereza una frase que, si se piensa dos veces, resulta insultante. A mí me preocupa que todo ese talento joven que observo y trato en España no encuentre los cauces para desarrollarse, porque también se quedan los mejores. Lo sé, porque los conozco.








Aparte ,tuvimos que analizar unas cuantas oraciones adverbiales :

- El chico que vino el otro día me dijo que había comprado el libro de cocina donde le dije, aunque no lo tenían al principio.
- Ya que melo preguntas, te lo voy a explicar.
- Como ya hemos terminado el trabajo, estamos descansando.
- Iré a visitaros para que conozcáis a mi hermano.
- Llamó a primera hora con la intención de felicitaros.
- Aunque la comunidad científica aprueba esas medidas, todavía hay reticencias.
- Lee tanto que sabe de todo.
- Tengo tantos nervios que no sé solucionar los problemas.
- Te dejaré ir a su casa, siempre que sepas volver.                                                                                                           

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